El grifo del agua caliente

Empieza 2014 y sigo buscando fórmulas para completar mi asturmetamorfosis.

El inicio del año es fecha propicia para marcarse nuevos y valientes retos, así que yo me he marcado uno que le encogería los atributos masculinos al mismísimo rey Pelayo: este año me he propuesto convertir el Cantábrico en mi piscina de invierno.

Bañarse en el Cantábrico supone un revulsivo físico y mental, casi metafísico, porque la conexión entre una tierra y el mar que la baña es una conexión mística y el Cantábrico es un mar hecho a la medida de Asturias. Asturias no podría estar bañada por el Pacífico ni por el Caspio, Asturias necesitaba como mínimo una porción de Atlántico, pero una porción mucho más fría que la que hay en Cádiz.

El Cantábrico es frío y fiero como un tigre polar (¿existen?). El Cantábrico no es lo que digamos ideal para hidropedales, pero si decenas de personas se bañan a diario a la altura de la Escalerona yo no voy a ser menos.

Los que me conocen saben que bañarme en la playa fuera de temporada no es algo nuevo para mí, pero el nuevo reto es hacerlo con más asiduidad, de forma ritual y sin miedo a las inclemencias climatológicas, por lo que tengo que empezar a plantearme en serio determinadas cuestiones.

Una de las cosas que me llama la atención de la gente que se baña a diario en la playa es que son todos de determinada y avanzada edad. Al principio me preocupé y recordé lo que dicen de los chinos en España, que no los hay viejos. Esto es lo mismo pero al revés: ¿qué pasa, que los que se bañan en invierno no llegan a jóvenes?

Fijándome más tarde en la gente que paseaba por el muro, en la que estaba en el parque, en la sidrería y hasta la que estaba en la cabalgata de reyes, he caído en la cuenta de que la mayoría supera también con holgura la cincuentena. Así que no es sólo en la Escalerona, es de todo Gijón. Me quedo más tranquilo.

El primer consejo que me han dado, de cara a este nuevo reto, es del de no ir al servicio por la mañana los días de baño.

Me recomiendan aguantar las ganas para disponer de un depósito de aguas termales en la vejiga, hacer como hacen los camellos y retener ese líquido tibio para poder emplearlo en el crucial momento en el que la profundidad del mar supera la distancia que separa mis tobillos de mi cadera. La idea puede parecer un poco guarrilla, pero en teoría tiene sentido. Siempre es poco grato superar la línea de flotación, pero lo es aún más en estas gélidas aguas cantábricas, capaces de encogerle la hombría hasta proporciones microscópicas al más viril de los guerreros; si en ese instante puedes abrir un poco el grifo del agua caliente seguro que el impacto es menos doloroso.

Otra cosa que me trae intrigado es el tema de los días de lluvia, ¿qué se hace? Lógicamente la playa no tiene vestuarios y lo normal es dejar ropa en la arena, siempre atento a las traicioneras mareas, que aquí engullen la playa en cuestión de segundos y sin que te des cuenta.

Pero cuando llueve, ¿dónde se deja la ropa?, ¿y el paraguas?, ¿se va uno a bañar a la playa con paraguas?, ¿y cómo te secas bajo la lluvia? Porque secarse lloviendo es como secarse en la ducha sin cerrar el grifo.

Tendré que acercarme a los bañistas oriundos para despejar éstas y otras dudas.

De momento mi primer baño del año fue el día 5 de enero, poco despúes de que los tocayos de Jovellanos aterrizaran en el muro (según dicen, porque no les vi), y hacía un apacible día primaveral, dando al traste con el eterno tópico de la Asturias gris y lluviosa.

Traía el pis hecho de casa así que no pude poner en práctica la nueva técnica de supervivencia, pese a todo resolví el baño con entereza y sin perder la compostura, de lo cual dan fe unas fotos que me hicieron saliendo del agua, que recuerdan al 007 Daniel Craig en una secuencia que a su vez es una recreación de otra secuencia de Halle Berry, que a su vez es un homenaje a la mítica secuencia de Ursula Andress saliendo del mar.

astur-bond

Precisamente la escena de Halle Berry se grabó en la playa de La Caleta , en  Cádiz. Cuentan mis paisanos que la espléndida morena pasó muchísimo frío, incluso las malas lenguas (que en Cádiz hay muchas) afirman que  sólo entraba hasta poco más de los tobillos y que luego le pulverizaban agua caliente para que pareciese mojada.

Y pese a que no perdí la compostura ni un instante, la maliciosa cámara de mis acompañantes acertó con este gesto instantáneo que tanto furor ha causado en las redes por el parecido razonable con la mítica estatua La Lloca del Rinconín.

Os seguiré contando.

lloca-rinconin

5 thoughts on “El grifo del agua caliente

  1. Ya te comenté que tenemos una amiga en la familia que hace unos meses cumplió 100 años y que es de las que no falta a los baños de invierno. La próxima vez que vaya ya le preguntaré por los días de lluvia, que nunca me había parado a pensarlo.

    Lo del grifo de agua caliente me lo guardo. Ye muy gochón para andar preguntándolo a una entrañabilísima señora! 😛

  2. El Payo Xandru se ha morío de frío. MIra que le dijimos que no se mojara tanto el culo…

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