Fajo, refajo y contrafajo.

Los seguidores fieles de este blog (dicen que se cuentan ya por millares) estáis al tanto de mi tentativa de conseguir una auténtica indumentaria tradicional, y de cómo se travistieron los acontecimientos al resultar que el traje que tenían reservado para mí no era de asturiano, sino de asturiana.

Pero la mayor sorpresa no fue la del género del traje, sino la de su insospechada complejidad. Yo creía que ponerse el traje de asturiana era como ponerse la indumentaria oficial del Sporting, jamás hubiera pensado que fuese tan difícil. Ríanse vosotros/ustedes de los astronautas o de los toreros. Cuando yo veía a esas zagalas* moverse con tanto garbo no imaginaba que iban embutidas como momias y que llevaban más capas que una cebolla rellena; ni que para bailar un Xirigüelo a las 12 pm, había que empezar a vestirse a las 6 de la madrugada.

partes del traje de asturiana

partes del traje de asturiana

Yo estaba acostumbrado a trajes regionales más libianos. Entendedme bien, no es que tuviera el hábito de vestirme de folclórica, pero viviendo en Cádiz uno sabe que para encajarse un traje de faralaes basta con hacer coincidir la cabeza con el agujero de la cabeza, hacer lo propio con los brazos, y prestar un poco más de atención a los complementos.

Precisamente los complementos, más concretamente el pañuelo, eran el objeto del tutorial que fui a grabar para Disfraces Gamar, razón de más para que yo pensara que el resto era peccata minuta.

Para que todos entendáis la verdadera dimensión de lo que os estoy contando, y para que nadie piense que es fruto de la gaditana tendencia a la hipérbole, voy a poner un sencillo ejemplo, comparando el traje de asturiana con uno de los disfraces más completos que todos conocéis: el traje de Spiderman.

Cómo vestirse de de Spiderman:

  1. Te pones la ropa interior de cualquier día: slips y calcetines.
  2. Te pones el mono de Spiderman.
  3. Unas zapatillas normales.
  4. Te pones la capucha de Spiderman

Y ya está.

Cómo vestirse de de asturiana:

1.- Primero se empieza con la ropa interior
a) un camisón para el cuerpo
b) enagua para las piernas,
c) además de unas medias altas de lana.

2.- La parte de abajo:
a) encima de la enagua va el refajo
b) y sobre éste se pone la saya, que es la falda propiamente dicha.
c) sobre la saya va el mandil

3.- La parte de arriba
a) encima de la camisa o camisón se ajusta una (uno en este caso) la cotilla, que es como una especie de corpiño
b) por encima de todo va el dengue, que aunque suena a enfermedad africana, es esa pieza cruzada que pasa por los hombros y cubre todo el pecho.

4.- Para los pies
Unos escarpinos típicos, encima de los cuales se pueden calzar las madreñes,

5.- Y para la cabeza,
y ya para poner la guinda a tan elaborado pastel, o mejor dicho embutido asturiano, se coloca en la cabeza el pañuelo, objeto verdadero y final de este laborioso proceso y que culmina con este vídeo tutorial que grabamos para Gamar.

Complétese el proceso con collares y pedrerías varias. Resulta agotador hasta escribirlo.

* Nótese como voy enriqueciendo el discurso introduciendo términos autóctonos.

Sal a bailar buena moza

asturianaEn el post anterior  adelantaba mi intención de hacerme con una indumentaria tradicional asturiana, como una forma evidente pero irrenunciable de completar mi proceso asturianizante. Ya os dejaba claro que me intención era vestirme de asturiano, no disfrazarme de asturiano, que aunque puedan parecer cosas similares son profundamente distintas; y de igual manera que no es recomendable viajar al Polo Norte con un simple disfraz de esquimal, mi reto requiere de un traje auténtico, no de un disfraz.

De alguna manera he podido cumplir con este deseo gracias a Disfraces Gamar, que me facilitaron un auténtico atuendo tradicional a cambio de servir de modelo en la grabación de un tutorial sobre cómo ponerse correctamente el pañuelo. Como podéis comprobar por la foto y el vídeo, hay una parte del trato que no era tal y como yo la esperaba. Pero no me quejo, nada es perfecto.

En cuanto esté listo el tuturial lo colgaré aquí y hablaré con más detalle de la enrevesada y compleja tarea de vestirse el traje de asturiana, que deja en juego de niños al traje de luces de los toreros.

Busco traje (que no disfraz) de asturiano.

Hace tiempo que no me dejo caer por este blog, lo que no quiere decir que haya abandonado mi cruzada o que haya tirado “la montera picona”, asturianizando el símil pujilístico. Lo cierto es que mis obligaciones teatrales me traen bastante ocupado, entre ensayos y estrenos.

Y hablando de monteras piconas y de personajes y caracterizaciones, hay una faceta de la asturianización que se me había pasado por alto, quizá por obvia, y que es la de la indumentaria tracional.

asturiano-sin-biselDe la misma manera que a un astronauta se le reconoce por el traje de astronautra, ya sea en Marte o en la calle Corrida; y a un payaso o a un bombero por lo mismo, un paisano vestido de asturiano es, por definición, un asturiano.

Ya sé que el hábito no hace al monje, pero no hay monje sin hábito, así que voy a ponerme manos a la obra para procurarme una buena indumentaria tradicional.

Como en todo proceso de caracterización, la primera parte consiste en documentarme. Aunque he visto a gaiteros y grupos de danza a menudo en estos dos años de vida en el norte, la verdad es que nunca me había fijado en detalle, y ahora que me he puesto a buscar, descubro que me podían hacer pasar por asturiano a cualquiera que lleve faja roja y chaleco, ya sea zaragozano o gomero por asturiano.

Afortunadamente he encontrado este completo y gráfico documento (del que he sacado la foto que ilustra el post) sobre trajes regionales, que me sirve como primer paso hacia mi caracterización.

Ahora lo que tengo que hacer es buscar una indumentaria a un precio accesible, en un establecimiento serio, porque con todo mi respeto hacia los chinos, para ser un buen asturiano necesito un traje de asturiano, no un disfraz de asturiano.

Me pongo manos a la obra y agradecerá las pistas que me déis.

El grifo del agua caliente

Empieza 2014 y sigo buscando fórmulas para completar mi asturmetamorfosis.

El inicio del año es fecha propicia para marcarse nuevos y valientes retos, así que yo me he marcado uno que le encogería los atributos masculinos al mismísimo rey Pelayo: este año me he propuesto convertir el Cantábrico en mi piscina de invierno.

Bañarse en el Cantábrico supone un revulsivo físico y mental, casi metafísico, porque la conexión entre una tierra y el mar que la baña es una conexión mística y el Cantábrico es un mar hecho a la medida de Asturias. Asturias no podría estar bañada por el Pacífico ni por el Caspio, Asturias necesitaba como mínimo una porción de Atlántico, pero una porción mucho más fría que la que hay en Cádiz.

El Cantábrico es frío y fiero como un tigre polar (¿existen?). El Cantábrico no es lo que digamos ideal para hidropedales, pero si decenas de personas se bañan a diario a la altura de la Escalerona yo no voy a ser menos.

Los que me conocen saben que bañarme en la playa fuera de temporada no es algo nuevo para mí, pero el nuevo reto es hacerlo con más asiduidad, de forma ritual y sin miedo a las inclemencias climatológicas, por lo que tengo que empezar a plantearme en serio determinadas cuestiones.

Una de las cosas que me llama la atención de la gente que se baña a diario en la playa es que son todos de determinada y avanzada edad. Al principio me preocupé y recordé lo que dicen de los chinos en España, que no los hay viejos. Esto es lo mismo pero al revés: ¿qué pasa, que los que se bañan en invierno no llegan a jóvenes?

Fijándome más tarde en la gente que paseaba por el muro, en la que estaba en el parque, en la sidrería y hasta la que estaba en la cabalgata de reyes, he caído en la cuenta de que la mayoría supera también con holgura la cincuentena. Así que no es sólo en la Escalerona, es de todo Gijón. Me quedo más tranquilo.

El primer consejo que me han dado, de cara a este nuevo reto, es del de no ir al servicio por la mañana los días de baño.

Me recomiendan aguantar las ganas para disponer de un depósito de aguas termales en la vejiga, hacer como hacen los camellos y retener ese líquido tibio para poder emplearlo en el crucial momento en el que la profundidad del mar supera la distancia que separa mis tobillos de mi cadera. La idea puede parecer un poco guarrilla, pero en teoría tiene sentido. Siempre es poco grato superar la línea de flotación, pero lo es aún más en estas gélidas aguas cantábricas, capaces de encogerle la hombría hasta proporciones microscópicas al más viril de los guerreros; si en ese instante puedes abrir un poco el grifo del agua caliente seguro que el impacto es menos doloroso.

Otra cosa que me trae intrigado es el tema de los días de lluvia, ¿qué se hace? Lógicamente la playa no tiene vestuarios y lo normal es dejar ropa en la arena, siempre atento a las traicioneras mareas, que aquí engullen la playa en cuestión de segundos y sin que te des cuenta.

Pero cuando llueve, ¿dónde se deja la ropa?, ¿y el paraguas?, ¿se va uno a bañar a la playa con paraguas?, ¿y cómo te secas bajo la lluvia? Porque secarse lloviendo es como secarse en la ducha sin cerrar el grifo.

Tendré que acercarme a los bañistas oriundos para despejar éstas y otras dudas.

De momento mi primer baño del año fue el día 5 de enero, poco despúes de que los tocayos de Jovellanos aterrizaran en el muro (según dicen, porque no les vi), y hacía un apacible día primaveral, dando al traste con el eterno tópico de la Asturias gris y lluviosa.

Traía el pis hecho de casa así que no pude poner en práctica la nueva técnica de supervivencia, pese a todo resolví el baño con entereza y sin perder la compostura, de lo cual dan fe unas fotos que me hicieron saliendo del agua, que recuerdan al 007 Daniel Craig en una secuencia que a su vez es una recreación de otra secuencia de Halle Berry, que a su vez es un homenaje a la mítica secuencia de Ursula Andress saliendo del mar.

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Precisamente la escena de Halle Berry se grabó en la playa de La Caleta , en  Cádiz. Cuentan mis paisanos que la espléndida morena pasó muchísimo frío, incluso las malas lenguas (que en Cádiz hay muchas) afirman que  sólo entraba hasta poco más de los tobillos y que luego le pulverizaban agua caliente para que pareciese mojada.

Y pese a que no perdí la compostura ni un instante, la maliciosa cámara de mis acompañantes acertó con este gesto instantáneo que tanto furor ha causado en las redes por el parecido razonable con la mítica estatua La Lloca del Rinconín.

Os seguiré contando.

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Coses de quesos

Antes de aterrizar en Asturias yo sólo había tenido noticia de un queso asturiano: el cabrales. Y ni siquiera tenía asociada la palabra al queso, sino a un olor, el olor a Cabrales: el más rancio y pestilente de los olores.

El nada desdeñable poder de la imaginación provocó que durante mis primeros meses aquí tuviera que luchar por borrar de mi mente la imagen de una chancla raída y enmohecida por el mar y el sudor, cada vez que se me ofrecía la posibilidad de degustar el renombrado manjar.

A base de autocontrol y mucho entrenamiento puedo decir que he superado el trauma, pero también tengo que confesar que no ha cambiado mi percepción, sino mi actitud hacia dicha percepción. Es decir, el olor del Cabrales me sigue recordando al de aquella bolsa de plástico en la que guardé las chanclas que usé durante un mes de verano en Conil, pero ahora ese mismo olor me resulta muy agradable. Tengo curiosidad por reencontrarme con las chanclas para ver si el proceso se da también a la inversa, aunque lo dudo.

Tras esta introducción huelga reconocer que nunca he sido un experto en quesos y que a bote pronto sólo podría enumerar el queso manchego, el queso de burgos, el roquefor, el filadelfia y el queso de cabra, sin llegar a plantearme si quiera si los anteriores se hacían con leche de cabra, de mona o de búfala (se me olvidaba la mozzarella). Y por supuesto los quesos de la sierra de Cádiz: Grazalema y Villaluenga del Rosario.

Viviendo en Asturias lo primero y quizá lo único que me llamó la atención fue que el queso se tomaba como postre más que como aperitivo. Aquí, después de desgustar unos refinados embutidos, contundentes como la dinamita, un buen pote y/o unas digestivas fabas, ¿qué mejor para bajar la comida que una ración de Cabrales?

Para hacerlo aún más ligero, y quién sabe si inspirándose en el sorbete de limón al cava, hay quien le echa sidra a la ración y aprieta con el tenedor hasta obtener una pasta de Cabrales y sidra. Ahora, hasta a mí me parece normal. Pero no lo es, creedme amigos asturianos. No lo es.

También aprendí que había más quesos que el Cabrales, pero fue un aprendizaje inconsciente, sin llegar nunca a imaginar la importancia o dimensión que tiene la región como productora de queso.

La Quesería de AguadoPero hace un par de semanas me propusieron realizar un test de asturianía muy didáctico. No me especificaron el tema, pero al ser La Quesería de Aguado el lugar de encuentro, imaginé que algo tendría que ver con los quesos (perspicaz que es uno).

El reto consistía en un responder a una serie de preguntas. Jamás imaginé que el tema de los quesos asturianos pudiese dar para tanto, pero ahora sé que da para eso y para más, porque Asturias es, probablemente, el lugar con mayor concentración quesera del mundo, ¡¡del mundo mundial!! Más incluso que en la Francia de mi madre, donde por cierto, también se degusta como postre.

Asturias es como La Rioja de los quesos, incluso más importante. ¿Quién sabe esto fuera de Asturias? Me temo que poca gente. Y por lo que oigo a los expertos, el Gamoneu sería el equivalente al jamón ibérico 5 jotas. Ahí es na.

Resulta que hay nada más y nada menos que 42 variedades de quesos distintas. Los motivos de esta espectacular proliferación de variedades parece tener relación con la sinuosa orografía asturiana y la diversidad de valles, en los cuales varían las condiciones climatológicas que inciden en la curación de los quesos. Y por supuesto, con la ganadería.

A partir de ahí, ya no me sorprende que ni siquiera el Cabrales sea un solo queso, sino que hay también diferentes tipos, según las leches con las que se elabora o su lugar de procedencia

Todo un universo a investigar, para lo cual hay diseñadas rutas por lugares emblemáticos. Tendré que aplicarme.

Os dejo con un vídeo del test (si lo queréis ver completo, el resto de vídeos están en mi Canal Youtube) y con un enlace para que podáis comprobar las respuestas. Según he podido comprobar, muchos asturianos tampoco habrían aprobado. ¿Estoy en lo cierto? Agradecería vuestras confesiones en forma de comentario.

Aunque por obra y gracia de un tal Henry Felgueroso, pocos hubieran adjudicado el término boborolo a ningún derivado lácteo. Eso seguro.

Clic aquíe para descargar las respuestas al test de quesos 

¿Cuánto sabes de quesos asturianos?

El sábado pasado estuve en uno de los templos del queso en Asturias, La Quesería Aguado de Gijón, donde pusieron a prueba mis conocimientos (más bien desconocimientos) sobre la que es una de las señas de identidad de esta tierra asturiana.

Yo había oído hablar del Cabrales y de sus aromáticas propiedades, pero lo cierto es que el tema de los quesos asturianos es sorprendente y apasionante.

Estoy preparando un post con todo lo que aprendí en el que incluiré el vídeo que grabamos mientras me hacían el test. Pero antes de que os riáis de este humilde gaditano, bien estaría que os sometáis al test y luego seáis sinceros conmigo, ¿cuánto sabéis de quesos asturianos?

Podéis descargarlo completo aquí Quesos-Asturianos.

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Me cago en mi madre

Para integrarse en una tierra hay que dominar no sólo su lengua, sino los dejes, dichos y expresiones propias del lugar. En Cádiz, por ejemplo, no tenemos un idioma reconocido distinto del castellano, pero nuestra forma de hablar tan peculiar delataría al mejor imitador de acentos. Allí, muchas de las palabras que en otras geografrías se consideran insultos, son auténticos elogios dependiendo del contexto.

El tema de la lengua es obviamente más complejo en Asturias, pero en lo referente a cagamentos o palabras mal sonantes, hay una expresión muy extendida que delata a oriundos y sorprende a foráneos: “me cago en mi madre”.

Sí, lo habéis leído bien. A los asturianos que seguís este blog os sonará de lo más normal, pero a los lectores de allende Pajares os dejará de piedra.

En Asturias se cagan en su propia madre igual que en Cádiz te llaman hijoputa, por eso no debería causarme reticencias. Pero hay una diferencia fundamental que me frena y me impide adoptar este rasgo asturianizante: cuando llamas a uno hijoputa con todo el cariño (o no), en caso de duda la madre aludida es la del otro. Diferencia simple pero fundamental. Cuando te cagas en tu madre, es en TU propia madre, la que te dio la vida, la que te crió y te cuidó.

Me cago en MI madre (pronunciado “cagon mi madre”).

Ese MI es el que se me atraganta. Supongo que es algo intuitivo. Ese MI va contra natura, porque atentar contra la madre es como atentar contra la propia vida. No quiero decir que los asturianos no respeten a sus madres, ni mucho menos, sólo trato de encontrar el motivo que me frena para poder vencerlo.

Además, cuando llamo hijoputa a alguien no visualizo a su madre, aunque la conozca. Pero si intento decir me cagon mi madre la veo a ella, me imagino su cara de enfado y decepción preguntándome: “Alejandro, hijo mío, ¿por qué me haces esto?”

Supongo que es algo que va en la educación o en los genes.

Para ayudarme a superar esta prueba algunos amigos me han recomendado que le pierda el respeto a la expresión (no a mi madre) y que lo vea como un simple latiguillo. Osea, como el osea de los pijos.

Otros me han propuesto que piense en todo lo contrario, que lo vea como el cagamento supremo, como la mayor de las blasfemias en la que pones a tu madre a la altura del mismísimo sumo hacedor. En definitiva, como la manera de elevar a tu madre a los altares.

Sinceramente, no sé si alguna de las dos tácticas me va a servir de ayuda. ¿A qué me voy a estancar aquí?, ¿a que no voy a conseguir superar la prueba?

¡Pues me cagon mi madre!

Lo conseguí.

Mens asturiana in corpore asturiano

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Siguiendo el postulado de la sabiduría clásica que propone una armónica conexión entre cuerpo y mente, me vi atraido por este evento que descubrí en Internet y que tendría lugar en la mítica localidad de Mieres, uno de los epicentros de la Asturias minera, borracha y dinamitera (esto último lo digo con todo mi respeto por las gentes de la mina, quienes según tengo entendido difunden y defienden el dicho).

Comprenderéis que para un gaditano la sola alusión a los deportes tradicionales asturianos resulta llamativa y un tanto desconcertante. En Cádiz, la asociación de los términos “deporte” y “asturianos” remite únicamente a Fernando Alonso y al Sporting.

Sabiendo que en el País Vasco parten troncos y levantan piedras, esperaba encontrarme con algo similar: carreras con madreñas, levantamiento de terneras, descenso de rápidos a nado, competiciones de ordeñado, de siega con guadaña, etc.

Lo cierto es que una vez en Mieres apenas había una carpa a oscuras y lo primero que me ofrecieron fue una peonza, ¡¿la peonza deporte tradicional asturiano?! Tengo que investigarlo, porque si es así, se trataría de una de las mayores aportaciones de esta tierra a la cultura universal.

Sí había en cambio un juego de la rana, desconocido para mí y en el que demostré gran destreza, haciéndole tragar al anfibio la moneda en más de una ocasión.

El otro deporte que me pareció original fue la carrera de panolles, que consistía en recoger unos troncos del suelo y llevarlos a un cesto, tal y como véis en el vídeo.

Una vez más volvió a quedar patente mi poderío y mi natural predisposición hacia los deportes tradicionales, en la carrera que disputé contra uno de mis cámaras acompañantes. Mi victoria fue apabullante, en lo que considero una especie de venganza por su mutismo durante la grabación del triste episodio de los oricios.

Si bien le gané con holgura, la revisión del vídeo delata que mi victoria debió ser aún más holgada, ¡¿habéis visto que jeta?! ¿Esto se hace entre asturianos, o sólo se les hace a los foriatos llegados del sur?. “La trampa rescampla“, gritó uno que había por allí. ¿Alguien sabe que significa?

En resumen, ya os he dicho que no pude sacarle todo el partido que me hubiera gustado a la excursión a Mieres, pero me ha puesto en la pista de toda una serie de juegos y divertimentos tradicionales a los que puedo prestar atención para tener un corpore asturiano en mens asturiana. De entre todos ellos destacan los bolos asturianos, y ya me he puesto en contacto con una peña para que me enseñen y hagan de mí todo un campeón.

Os lo iré contando.