Master Class de Gijonismo para el #TBMGijón

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Como ya sabréis, el viernes pasado estuve impartiendo una Master Class de Gijonismo para los blogguers que llegaron a Gijón en el #TBMGijón (Travel Bloggers Meeting). La acogida fue fantástica, se portaron muy bien conmigo, y creo incluso que aprendieron algo.

Estas son algunas fotos que he recuperado de Instagram.

Espero poder contaros más cosas pronto.

Sal a bailar buena moza

asturianaEn el post anterior  adelantaba mi intención de hacerme con una indumentaria tradicional asturiana, como una forma evidente pero irrenunciable de completar mi proceso asturianizante. Ya os dejaba claro que me intención era vestirme de asturiano, no disfrazarme de asturiano, que aunque puedan parecer cosas similares son profundamente distintas; y de igual manera que no es recomendable viajar al Polo Norte con un simple disfraz de esquimal, mi reto requiere de un traje auténtico, no de un disfraz.

De alguna manera he podido cumplir con este deseo gracias a Disfraces Gamar, que me facilitaron un auténtico atuendo tradicional a cambio de servir de modelo en la grabación de un tutorial sobre cómo ponerse correctamente el pañuelo. Como podéis comprobar por la foto y el vídeo, hay una parte del trato que no era tal y como yo la esperaba. Pero no me quejo, nada es perfecto.

En cuanto esté listo el tuturial lo colgaré aquí y hablaré con más detalle de la enrevesada y compleja tarea de vestirse el traje de asturiana, que deja en juego de niños al traje de luces de los toreros.

Busco traje (que no disfraz) de asturiano.

Hace tiempo que no me dejo caer por este blog, lo que no quiere decir que haya abandonado mi cruzada o que haya tirado “la montera picona”, asturianizando el símil pujilístico. Lo cierto es que mis obligaciones teatrales me traen bastante ocupado, entre ensayos y estrenos.

Y hablando de monteras piconas y de personajes y caracterizaciones, hay una faceta de la asturianización que se me había pasado por alto, quizá por obvia, y que es la de la indumentaria tracional.

asturiano-sin-biselDe la misma manera que a un astronauta se le reconoce por el traje de astronautra, ya sea en Marte o en la calle Corrida; y a un payaso o a un bombero por lo mismo, un paisano vestido de asturiano es, por definición, un asturiano.

Ya sé que el hábito no hace al monje, pero no hay monje sin hábito, así que voy a ponerme manos a la obra para procurarme una buena indumentaria tradicional.

Como en todo proceso de caracterización, la primera parte consiste en documentarme. Aunque he visto a gaiteros y grupos de danza a menudo en estos dos años de vida en el norte, la verdad es que nunca me había fijado en detalle, y ahora que me he puesto a buscar, descubro que me podían hacer pasar por asturiano a cualquiera que lleve faja roja y chaleco, ya sea zaragozano o gomero por asturiano.

Afortunadamente he encontrado este completo y gráfico documento (del que he sacado la foto que ilustra el post) sobre trajes regionales, que me sirve como primer paso hacia mi caracterización.

Ahora lo que tengo que hacer es buscar una indumentaria a un precio accesible, en un establecimiento serio, porque con todo mi respeto hacia los chinos, para ser un buen asturiano necesito un traje de asturiano, no un disfraz de asturiano.

Me pongo manos a la obra y agradecerá las pistas que me déis.

El grifo del agua caliente

Empieza 2014 y sigo buscando fórmulas para completar mi asturmetamorfosis.

El inicio del año es fecha propicia para marcarse nuevos y valientes retos, así que yo me he marcado uno que le encogería los atributos masculinos al mismísimo rey Pelayo: este año me he propuesto convertir el Cantábrico en mi piscina de invierno.

Bañarse en el Cantábrico supone un revulsivo físico y mental, casi metafísico, porque la conexión entre una tierra y el mar que la baña es una conexión mística y el Cantábrico es un mar hecho a la medida de Asturias. Asturias no podría estar bañada por el Pacífico ni por el Caspio, Asturias necesitaba como mínimo una porción de Atlántico, pero una porción mucho más fría que la que hay en Cádiz.

El Cantábrico es frío y fiero como un tigre polar (¿existen?). El Cantábrico no es lo que digamos ideal para hidropedales, pero si decenas de personas se bañan a diario a la altura de la Escalerona yo no voy a ser menos.

Los que me conocen saben que bañarme en la playa fuera de temporada no es algo nuevo para mí, pero el nuevo reto es hacerlo con más asiduidad, de forma ritual y sin miedo a las inclemencias climatológicas, por lo que tengo que empezar a plantearme en serio determinadas cuestiones.

Una de las cosas que me llama la atención de la gente que se baña a diario en la playa es que son todos de determinada y avanzada edad. Al principio me preocupé y recordé lo que dicen de los chinos en España, que no los hay viejos. Esto es lo mismo pero al revés: ¿qué pasa, que los que se bañan en invierno no llegan a jóvenes?

Fijándome más tarde en la gente que paseaba por el muro, en la que estaba en el parque, en la sidrería y hasta la que estaba en la cabalgata de reyes, he caído en la cuenta de que la mayoría supera también con holgura la cincuentena. Así que no es sólo en la Escalerona, es de todo Gijón. Me quedo más tranquilo.

El primer consejo que me han dado, de cara a este nuevo reto, es del de no ir al servicio por la mañana los días de baño.

Me recomiendan aguantar las ganas para disponer de un depósito de aguas termales en la vejiga, hacer como hacen los camellos y retener ese líquido tibio para poder emplearlo en el crucial momento en el que la profundidad del mar supera la distancia que separa mis tobillos de mi cadera. La idea puede parecer un poco guarrilla, pero en teoría tiene sentido. Siempre es poco grato superar la línea de flotación, pero lo es aún más en estas gélidas aguas cantábricas, capaces de encogerle la hombría hasta proporciones microscópicas al más viril de los guerreros; si en ese instante puedes abrir un poco el grifo del agua caliente seguro que el impacto es menos doloroso.

Otra cosa que me trae intrigado es el tema de los días de lluvia, ¿qué se hace? Lógicamente la playa no tiene vestuarios y lo normal es dejar ropa en la arena, siempre atento a las traicioneras mareas, que aquí engullen la playa en cuestión de segundos y sin que te des cuenta.

Pero cuando llueve, ¿dónde se deja la ropa?, ¿y el paraguas?, ¿se va uno a bañar a la playa con paraguas?, ¿y cómo te secas bajo la lluvia? Porque secarse lloviendo es como secarse en la ducha sin cerrar el grifo.

Tendré que acercarme a los bañistas oriundos para despejar éstas y otras dudas.

De momento mi primer baño del año fue el día 5 de enero, poco despúes de que los tocayos de Jovellanos aterrizaran en el muro (según dicen, porque no les vi), y hacía un apacible día primaveral, dando al traste con el eterno tópico de la Asturias gris y lluviosa.

Traía el pis hecho de casa así que no pude poner en práctica la nueva técnica de supervivencia, pese a todo resolví el baño con entereza y sin perder la compostura, de lo cual dan fe unas fotos que me hicieron saliendo del agua, que recuerdan al 007 Daniel Craig en una secuencia que a su vez es una recreación de otra secuencia de Halle Berry, que a su vez es un homenaje a la mítica secuencia de Ursula Andress saliendo del mar.

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Precisamente la escena de Halle Berry se grabó en la playa de La Caleta , en  Cádiz. Cuentan mis paisanos que la espléndida morena pasó muchísimo frío, incluso las malas lenguas (que en Cádiz hay muchas) afirman que  sólo entraba hasta poco más de los tobillos y que luego le pulverizaban agua caliente para que pareciese mojada.

Y pese a que no perdí la compostura ni un instante, la maliciosa cámara de mis acompañantes acertó con este gesto instantáneo que tanto furor ha causado en las redes por el parecido razonable con la mítica estatua La Lloca del Rinconín.

Os seguiré contando.

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¿Cuánto sabes de quesos asturianos?

El sábado pasado estuve en uno de los templos del queso en Asturias, La Quesería Aguado de Gijón, donde pusieron a prueba mis conocimientos (más bien desconocimientos) sobre la que es una de las señas de identidad de esta tierra asturiana.

Yo había oído hablar del Cabrales y de sus aromáticas propiedades, pero lo cierto es que el tema de los quesos asturianos es sorprendente y apasionante.

Estoy preparando un post con todo lo que aprendí en el que incluiré el vídeo que grabamos mientras me hacían el test. Pero antes de que os riáis de este humilde gaditano, bien estaría que os sometáis al test y luego seáis sinceros conmigo, ¿cuánto sabéis de quesos asturianos?

Podéis descargarlo completo aquí Quesos-Asturianos.

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Me cago en mi madre

Para integrarse en una tierra hay que dominar no sólo su lengua, sino los dejes, dichos y expresiones propias del lugar. En Cádiz, por ejemplo, no tenemos un idioma reconocido distinto del castellano, pero nuestra forma de hablar tan peculiar delataría al mejor imitador de acentos. Allí, muchas de las palabras que en otras geografrías se consideran insultos, son auténticos elogios dependiendo del contexto.

El tema de la lengua es obviamente más complejo en Asturias, pero en lo referente a cagamentos o palabras mal sonantes, hay una expresión muy extendida que delata a oriundos y sorprende a foráneos: “me cago en mi madre”.

Sí, lo habéis leído bien. A los asturianos que seguís este blog os sonará de lo más normal, pero a los lectores de allende Pajares os dejará de piedra.

En Asturias se cagan en su propia madre igual que en Cádiz te llaman hijoputa, por eso no debería causarme reticencias. Pero hay una diferencia fundamental que me frena y me impide adoptar este rasgo asturianizante: cuando llamas a uno hijoputa con todo el cariño (o no), en caso de duda la madre aludida es la del otro. Diferencia simple pero fundamental. Cuando te cagas en tu madre, es en TU propia madre, la que te dio la vida, la que te crió y te cuidó.

Me cago en MI madre (pronunciado “cagon mi madre”).

Ese MI es el que se me atraganta. Supongo que es algo intuitivo. Ese MI va contra natura, porque atentar contra la madre es como atentar contra la propia vida. No quiero decir que los asturianos no respeten a sus madres, ni mucho menos, sólo trato de encontrar el motivo que me frena para poder vencerlo.

Además, cuando llamo hijoputa a alguien no visualizo a su madre, aunque la conozca. Pero si intento decir me cagon mi madre la veo a ella, me imagino su cara de enfado y decepción preguntándome: “Alejandro, hijo mío, ¿por qué me haces esto?”

Supongo que es algo que va en la educación o en los genes.

Para ayudarme a superar esta prueba algunos amigos me han recomendado que le pierda el respeto a la expresión (no a mi madre) y que lo vea como un simple latiguillo. Osea, como el osea de los pijos.

Otros me han propuesto que piense en todo lo contrario, que lo vea como el cagamento supremo, como la mayor de las blasfemias en la que pones a tu madre a la altura del mismísimo sumo hacedor. En definitiva, como la manera de elevar a tu madre a los altares.

Sinceramente, no sé si alguna de las dos tácticas me va a servir de ayuda. ¿A qué me voy a estancar aquí?, ¿a que no voy a conseguir superar la prueba?

¡Pues me cagon mi madre!

Lo conseguí.

Mens asturiana in corpore asturiano

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Siguiendo el postulado de la sabiduría clásica que propone una armónica conexión entre cuerpo y mente, me vi atraido por este evento que descubrí en Internet y que tendría lugar en la mítica localidad de Mieres, uno de los epicentros de la Asturias minera, borracha y dinamitera (esto último lo digo con todo mi respeto por las gentes de la mina, quienes según tengo entendido difunden y defienden el dicho).

Comprenderéis que para un gaditano la sola alusión a los deportes tradicionales asturianos resulta llamativa y un tanto desconcertante. En Cádiz, la asociación de los términos “deporte” y “asturianos” remite únicamente a Fernando Alonso y al Sporting.

Sabiendo que en el País Vasco parten troncos y levantan piedras, esperaba encontrarme con algo similar: carreras con madreñas, levantamiento de terneras, descenso de rápidos a nado, competiciones de ordeñado, de siega con guadaña, etc.

Lo cierto es que una vez en Mieres apenas había una carpa a oscuras y lo primero que me ofrecieron fue una peonza, ¡¿la peonza deporte tradicional asturiano?! Tengo que investigarlo, porque si es así, se trataría de una de las mayores aportaciones de esta tierra a la cultura universal.

Sí había en cambio un juego de la rana, desconocido para mí y en el que demostré gran destreza, haciéndole tragar al anfibio la moneda en más de una ocasión.

El otro deporte que me pareció original fue la carrera de panolles, que consistía en recoger unos troncos del suelo y llevarlos a un cesto, tal y como véis en el vídeo.

Una vez más volvió a quedar patente mi poderío y mi natural predisposición hacia los deportes tradicionales, en la carrera que disputé contra uno de mis cámaras acompañantes. Mi victoria fue apabullante, en lo que considero una especie de venganza por su mutismo durante la grabación del triste episodio de los oricios.

Si bien le gané con holgura, la revisión del vídeo delata que mi victoria debió ser aún más holgada, ¡¿habéis visto que jeta?! ¿Esto se hace entre asturianos, o sólo se les hace a los foriatos llegados del sur?. “La trampa rescampla“, gritó uno que había por allí. ¿Alguien sabe que significa?

En resumen, ya os he dicho que no pude sacarle todo el partido que me hubiera gustado a la excursión a Mieres, pero me ha puesto en la pista de toda una serie de juegos y divertimentos tradicionales a los que puedo prestar atención para tener un corpore asturiano en mens asturiana. De entre todos ellos destacan los bolos asturianos, y ya me he puesto en contacto con una peña para que me enseñen y hagan de mí todo un campeón.

Os lo iré contando.

A la mar fui por castañas.

Con la llegada de noviembre se celebran por todo el mundo diferentes fiestas de similar y tenebrosa temática. La más conocida es Halloween, que algunos repudian por su asociación con la cultura consumista americana y la tachan de fiesta importada, cuando en realidad puede que sea al revés, ya que fueron los americanos los que la importaron (como casi todo en su jovencísima cultura) de otro tipo de ritos que se daban en toda Europa.

El origen del Halloween hay que buscarlo en los pueblos celtas y en sus noches de brujas y de difuntos, que coincide también, y no es casualidad, con la celebración o festividad (no sé si es muy adecuado llamarlo así) cristiana del 1 de noviembre.

Y lo que es más sorprendente, indagando sobre el tema he descubierto que la caracterización de calabazas y los sustos varios se ha venido dando en Asturias, desde tiempos inmemoriales, tal y como expone el erudito Xandru Fernández en este post.

“Lo de las calabazas acalaveradas ha sido un viaje de ida y vuelta: un ornamento de la víspera de Todos los Santos muy normal y muy corriente en las aldeas asturianas hasta hace medio siglo más o menos. Desaparecieron durante unas décadas y volvieron gracias a la televisión. También los disfraces y el pedir a la puerta de las casas: costumbre aldeana que había que extinguir y extinguimos, hasta que América nos enseñó a ser aldeanos con glamour y perdimos los complejos.”

Pero al grano que me voy del tema. A todo esto en Asturias se une la peculiaridad de que es el momento de recogida de las manzanas con las que se hace la sidra.

Al igual que en la recogida de la oliva en Andalucía, para facilitar la tarea se ponen unas redes o mallas en el suelo, motivo por el cual a este proceso aquí se conoce como mallado, o mallar, según me explicaron mis sabios compañeros y ayudantes. Y se celebra bebiendo la sidra y tomando castañas, en lo que lo que unos llaman magüestu y otros amagüestu. Yo procuro decirlo rápido para que no se note la diferencia y no polemizar con unos ni con otros.

El otro día me invitaron a un a/magüestu pero me pusieron deberes. Me responsabilizaron de llevar las viandas, con la vaga e inconsistente excusa de que todo se aprende mejor experimentando. Y de que si me quiero asturianizar tenía que sufrir en mis carnes la punzante textura de los oricios.

– Aquí debo hacer un inciso para aclarar que en Asturias se denominan oricios a los erizos de mar. Y que quizá por su similar aspecto, también reciben el mismo nombre las cápsulas de pinchos que recubren las castañas. –

Este comentario, unido a mi natural desconocimiento de la fiesta del a/magüestu, a mi lejana relación con las castañas y con algunos usos particulares del léxico astur, provocó la confusión que habéis podido ver en el vídeo y que tanto recochineo está suscitando a mi alrededor .

Tras mucho discutir sobre el tema no me queda más remedio que descartar la mala fe y asumir que quizá (sólo quizá) fui yo el que se hizo un lío y no lo entendió bien. Quienes me invitaron argumentan que no tenía sentido enviarme a por oricios en vez de a por castañas.

Pero sin ánimo de eludir mi responsabilidad yo me pregunto, ¿acaso no es tentar a la confusión ponerles el mismo nombre a dos cosas tan sumamente parecidas? El buen sentido invita a lo opuesto. Precisamente por parecerse tanto necesitan denominaciones bien diferenciadas. Lo contrario es como tener gemelos y llamarles igual. Ese es al menos mi parecer.

Luego me enteré de que también se los conoce como agarrapieyos, uso con el cual se hubiera evitado la bochornosa escena en la Pescadería Cholo (a quienes agradezco su permiso para grabar y su eterna paciencia).

Aunque de todos es sabido que la mezcla de oricios y sidra no es mala en absoluto, no se puede considerar estrictamente un a/magüestu. En el a/magüestu se bebe sidra dulce (muy buena para la diarrea, interprétese esto como se quiera) y castañas asadas, preferiblemente en el tambor desmontado de una lavadora.

Toda una experiencia que espero repetir y documentar en sucesivos post.

Hasta entonces me despido con un consejo para mis lectores foriatos (no asturianos): los a/magüestos siempre con castañas.